lunes, 3 de abril de 2017

En busca del Urutaú

Siempre fui apasionado por la flora y la fauna de nuestra región. Desde gurí tengo un gran amor y admiración por los pájaros.
"Los únicos animales que pueden surcar los cielos por naturaleza propia." La envidia del ser humano.


Cada vez que pienso en el Urutaú recuerdo imágenes de mi niñez: el barrio Itatí; mis primos; la calma y la oscuridad de la noche; el misterio del monte y los naranjales; sobre todo la casa de los abuelos, Mamá y Papá, como solíamos llamarlos cariñosamente; Y esas historias que contaba mi abuelo Antonio, historias de la penumbra nocturna que posaba sobre nosotros. La luz de la luna caía sobre el manto verde gris de los árboles. De fondo, el canto melancólico y desgarrador de un ser inquietante, un espíritu noctámbulo, un extraño que estaba presente aunque nadie jamás había visto su rostro.



Como músico siempre me atrapó la idea de mezclar guitarras con sonidos de la naturaleza misionera. Así fue que empecé a leer y estudiar sobre el ave fantasma, aquel que siempre llamó mi atención por el arraigo a mis recuerdos de niño y por sentirme identificado con su triste canto. El misterioso pájaro despertó en mí una gran admiración, con pasión desmedida empecé a buscarlo por todas partes. Cada vez que lo escuchaba me cautivaba más y más. Sin embargo no lo podía ver. Luego de meses, la búsqueda se transformó en un laberinto. No sabía cómo, cuándo ni dónde encontrarlo, pero su lamento siempre estaba ahí, latente. Cada vez que lo oía confundía mi sentido de orientación. Entonces comprendí que podía estar cerca o lejos, pero aún no era el momento de conocerlo. Desistí y abandoné temporalmente la búsqueda.

El tiempo pasó y su canto cesó. “Tal vez se van a otros lugares, otros sitios de montes más remotos a contemplar su soledad.” 
Lo cierto es que no volví a oír su bello lamento nocturno. A pesar que hasta el momento no había tenido la oportunidad de verlo en su hábitat natural, el silencio de las noches generó un inmenso vacío.



Mística, magia, casualidad o ley de atracción, será siempre un enigma.
“Yo lo buscaba, pero él me encontró a mí.”

Nyctibius Griseus, Urutaú, aquel ser solitario salido de la leyenda guaraní, se hizo presente a la luz de la luna. Hermoso y diferente, de noble presencia. Grisáceo, de grandes ojos amarillos, y una imponente boca. Señor del camuflaje y ávido cazador de insectos.


A partir de ese momento suele visitarnos casi todas las noches. Aprendimos a contemplar su extraordinaria belleza, a admirar y disfrutar esos pequeños momentos que nos regala al posarse en el tocón de un árbol frente a nuestro balcón. 


Mariano Luec

miércoles, 8 de febrero de 2017

Ser Misionero

Ser misionero es mucho mas que un gentilicio.



El misionero del interior 
puede alejarse de su sitio; 
del barrio que lo vio crecer, 
las calles por las que corrió, 
los árboles que trepó, 
los arroyos donde se refrescó, 
de los vecinos que alguna vez 
se molestaron por el ruido 
a la hora de la siesta.

Pero como 
un inexplicable 
imán interior,
siente la atracción,
y esto le produce,
una profunda 
necesidad 
de volver...


El misionero
conlleva sabiduría 
y entendimiento innato, 
sobre la naturaleza
que lo rodea.
Despertar 
con el armonioso 
canto de los pájaros, 
la suave sinfonía 
del viento al rozarse 
con los árboles, 
buscar la paz 
a la sombra de un árbol, 
o sentarse en silencio 
a contemplar el río. 
Es tan inherente 
a su persona 
que ni siquiera 
le parece extraño. 




Es parte de su esencia presenciar como el verde dorado del monte 
se torna verde mate cuando el sol empieza a caer. 
Y aún siente pavor e intriga por las noches cuando oye el canto del urutaú.


Es por eso que a veces hasta 
pareciera no importarle la grandeza de su entorno.
Pero claro, si desde gurí entendió a que lugar pertenecía.
Porque nació en una tierra de mitos, misterio y selva. 

Mariano Luec


jueves, 19 de enero de 2017

Nine Cats

Cada artista lleva en su bolso interno de memorias un libro de canciones "prestadas",
 que suenan como gloriosas melodías en lo profundo del alma, con timbre de enseñanza y crecimiento asiduo.
Esas obras que uno eligió para si mismo, reviven momentos de armonía, de nostalgia, de paz, e incluso de frustraciones y batallas perdidas.

Es por eso que al interpretar una obra, es parte de la integridad de cada uno, respetarla y dedicarle tiempo y empeño, para que ese pedazo de historia que nos alimenta, sea dignamente representada 
al ejecutar cada acorde, y al vocalizar cada letra...

Por amor a toda la música que sale de la cabeza de Steven Wilson, y porque la versión acústica en particular me hace volar. 
Con mucho respeto grabé esta canción, para dejar asentado un pequeño y sencillo homenaje mediante este cover.
Mariano Luec



Nine Cats - Porcupine Tree
Versión acústica del álbum Insignificance de 1997