miércoles, 8 de febrero de 2017

Ser Misionero

Ser misionero es mucho mas que un gentilicio.



El misionero del interior 
puede alejarse de su sitio; 
del barrio que lo vio crecer, 
las calles por las que corrió, 
los árboles que trepó, 
los arroyos donde se refrescó, 
de los vecinos que alguna vez 
se molestaron por el ruido 
a la hora de la siesta.

Pero como 
un inexplicable 
imán interior,
siente la atracción,
y esto le produce,
una profunda 
necesidad 
de volver...


El misionero
conlleva sabiduría 
y entendimiento innato, 
sobre la naturaleza
que lo rodea.
Despertar 
con el armonioso 
canto de los pájaros, 
la suave sinfonía 
del viento al rozarse 
con los árboles, 
buscar la paz 
a la sombra de un árbol, 
o sentarse en silencio 
a contemplar el río. 
Es tan inherente 
a su persona 
que ni siquiera 
le parece extraño. 




Es parte de su esencia presenciar como el verde dorado del monte 
se torna verde mate cuando el sol empieza a caer. 
Y aún siente pavor e intriga por las noches cuando oye el canto del urutaú.


Es por eso que a veces hasta 
pareciera no importarle la grandeza de su entorno.
Pero claro, si desde gurí entendió a que lugar pertenecía.
Porque nació en una tierra de mitos, misterio y selva. 

Mariano Luec


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